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Sin lugar a dudas, San Ignacio fue un místico

Sin lugar a dudas, San Ignacio fue un místico desde su primera experiencia en Loyola cuando estaba convaleciente de su herida en Pamplona. Más adelante dos profundas experiencias marcaron su vida: la iluminación del Cardoner en Manresa en la que tuvo una conciencia clara de Dios y de todo lo creado, que terminó plasmando en el texto de los ejercicios espirituales, y años más tarde, la visión de la Storta en Roma, donde sintió que Dios Padre lo ponía con su Hijo.

Su autobiografía y las notas personales de su diario espiritual son dos referentes obligados para entender cómo Dios le tocó profundamente con su gracia.

Escucha la conferencia completa del P. Ruiz Jurado en el audio